domingo, 29 de enero de 2017

Esperando la pizza



Levanté la mirada y ahí estaba, parada frente al mostrador, esperando que la atendieran. No sé cuánto tiempo llevaba ahí esperando, no me di cuenta cuando entró. La miré en un plano general pero de inmediato hice el close up a sus nalgas. Eran unas preciosas nalgas dentro de un pantalón de mezclilla en el que se veían maravillosas. Grandes y redondas, muy lindas. Y eso que su dueña traía puestos zapatos de piso, aun así se veían espectaculares. Dignas de la atención de cualquier hombre. Mientras seguía leyendo a Kerouak, levantaba la mirada para continuar mirando esas lindas posaderas. Hay cosas que deben ser admiradas, están dispuestas en el mundo para que nos tomemos unos segundos y las contemplemos, y sólo con eso seamos felices. Regresé los ojos a Kerouak y un rato después a ese pantalón con sus lindas inquilinas. Luego de hacerlo la dueña de esas impresionantes nalgas volteó. Me turbé un poco creyendo que volteaba a recriminarme con una mirada la mía tan persistente. No se volvió a verme a mí, miró a la calle, pero al hacerlo pude ver en sus ojos una tristeza enorme, una tristeza que no le cabía en la cara y que se le salía por los ojos, como siempre pasa. Por sus pequeños ojos tristes. 

Aunque quizá no estuviera triste, quizá sólo tiene ojos tristes como los míos. Y unas nalgas maravillosas.


jueves, 26 de enero de 2017

Una dosis de realidad



La semana pasada un chico de 15 años sacó una pistola en clase para disparar en la cabeza a tres de sus compañeros y a su maestra (dos de ellos y la maestra siguen graves), luego se pegó un tiro en la cabeza y horas más tarde murió.

El país se consternó. El hecho que parecía sólo ser parte de la realidad del vecino del norte y de los filmes nos había alcanzado. Ya no podíamos diferenciar –respingando la nariz– que ellos son así y nosotros de esta otra manera (mejor).

Se han dicho miles de cosas, se han hecho miles de advertencias, las buenas conciencias han recomendado el acercamiento con los hijos; en suma, se ha tratado de tapar el pozo ya que el niño está ahogado. Como siempre.

Supuse que era un hecho aislado. El acto extremo de un chico trastornado que quién sabe de qué forma llevaba su vida, escolar y familiar. Un lamentable acto difícil de repetir.

Me he equivocado. Ayer, viendo un noticiero mientas comía, salió una nota sobre otro tipo de actos de adolescentes referente a la violencia y las armas. De advertencias y amenazas sobre matar a los compañeros de clase, sobre joderse a todos. Alguno decía que lo de Monterrey no había sido nada, que con él iban a sufrir de verdad. Uno de estos imbéciles, que había hecho su amenaza por facebook, fue detenido ayer, y en efecto traía consigo un arma cuando lo agarraron.

No creo ser alguien que se espanta fácilmente. Pero ayer mientras veía la nota en la televisión estaba completamente sorprendido, quizá abriendo de más mis pequeños ojos.

Ay de nosotros, tan cerca de los Estados Unidos y tan lejos de la salud social.


martes, 24 de enero de 2017

¿Qué le pasa a Lucía?



–¿Sabes si le pasa algo a Lucía?
–Algo como qué.
–Mas bien, si tiene algún problema conmigo.
–¿Contigo? Por qué lo dices.
–La noté muy rara, pero solamente conmigo. Me saludó casi como si fuéramos extraños. Lo sentí raro.
–Creo que es sobre el último escrito de tu blog. Sintió que la atacabas personalmente. Eso escuché.
–No mames. ¿En serio?

No sé qué expresión habrá tenido mi cara pero la que me devolvió Miguel me dejó intrigado. Parecía sorprendido. Mi expresión correspondía a un “pobre pendeja”, para empezar. ¿Se sintió atacada? Pero qué se piensa que el mundo gira en torno suyo y que las cosas que uno dice o escribe son pensando en ella. Órale.

–Pues allá ella cabrón. Si me pusiera a pensar en la gente que se puede ofender cuando escribo no escribiría nada.

lunes, 23 de enero de 2017

Palabras gastadas



"Las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo que fueran alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer como piedras opacas, empezamos a no recibir de lleno su mensaje, o a percibir solamente una faceta de su contenido, a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados"

Julio Cortázar

Me rondaba esta idea la cabeza, por fortuna, me he topado por casualidad con esto que escribió mi admiradísimo Julio hace no sé cuántos años. Es claro que yo no iba a decirlo mejor, quizá sí más cantinfleado y menos claro.

Si pienso en una palabra que ha sufrido lo que aquí se relata, me viene pronta la palabra amigo. Qué gastada ha quedado esta usadísima palabra, cuántas veces ha sido usada de forma incorrecta, como si un amigo fuera cualquier cualquiera que acabas de conocer.

Pero así es la modernidad. Qué le hacemos.


Nos resistimos.

jueves, 19 de enero de 2017

Repartidores divinos


Voy, como cualquier mortal de esta era tecnológica, mirando lo que albergan mis redes sociales y encontrándome con todo tipo de cosas, todo tipo de información, todo tipo de basura.

De entre las toneladas de postales de cualquier temática que abundan en la red,  me llama la atención cierto tipo de mensajes religiosos en los que se otorgan bendiciones si uno tiene la amabilidad o ingenuidad de compartir la virtual imagen o de simplemente presionar el botón de “megusta”. Bendiciones celestiales al alcance de un click.

Inmediatamente pienso en charlatanería. Pero quién sabe, quizá son personas con alguna conexión especial con dios y su legión de milagrosos santos que han dotado al creador de estas postales epidémicas del toque divino necesario para posibilitarlo a entregar bendiciones a diestra y siniestra. Esta persona tiene un divino don que yo no entiendo y además hace posible que la gracia de dios se multiplique por las redes.

Dios los bendiga por compartir su don.