jueves, 2 de abril de 2015

Otros apuntes de cotidianidad.




Se acaba de encontrar un celular con un video de los segundos –o minutos, no sé– previos al avionazo de los Alpes. Pienso que todos quieren verlo, somos morbosos por naturaleza. Pero me quedé pensando en cómo, aun en ese histérico momento previo a la muerte, esa persona se permitió sacar su celular y tomar video del mortal choque, sin importar que ya no pudiera verlo –y compartirlo en su face–. ¿En serio alguien puede anteponer su deseo por hacerse notar a su miedo a morir en instantes? Ésta es una suposición mía que muy malpensado soy, pero no imagino otro fin para el video.

Fuimos al acuario de Carlos Slim hace pocos días. La gente se “arrejunta” en los estanques no para ver y apreciar los especímenes exhibidos, están ahí para tomar foto y video de lo que deberían ver, pero no, mejor retacar el teléfono con 10 fotografías de los mismos peces. Por tanto, debes esperar a que esos 10 celulares dejen de tapar la visibilidad para poder ver algo.

¿Será que la memoria es tan mala que necesita forzosamente de esas fotos mal tomadas para recordar lo vivido? ¿Sabrán algunos como se ven las cosas sin mediar la lente de un teléfono “inteligente”? No sé qué me da ver cómo sacan la cámara por todo y para todo, lo entiendo en algunas situaciones, pero no en la mayoría. O será tan sólo que soy una amargado que no entiende como funciona este “lindo” mundo. Más probablemente esto último.

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