viernes, 31 de enero de 2014

Viejos tiempos nuevos tiempos


¿A cuántas personas que has encontrado en la calle y a las que les proporcionaste tu número telefónico y quedaron de llamarte para tomar café o cerveza, no lo hicieron? ¿A cuántas personas que te dio un gusto inmenso volver a ver, no pudiste ver de nuevo? ¿A cuántos buenos amigos dejaste de frecuentar, y de repente los recuerdas, nostálgico?

Por lo menos en mi caso, son bastantes. Bastantes personas con las que tenía una relación cercana, ahora inexistente. Personas con las que era satisfactorio pasar el tiempo y compartir las risas. Porque al menos cuando le digo a alguien que me gustaría verlo para charlar un rato, lo digo de verdad, aunque no siempre es posible hacerlo, y las personas apreciadas se van acumulando, como los buenos libros o las buenas películas. No alcanza el tiempo para ver todas de nuevo.

Nos estamos haciendo viejos (exagero, pero es verdad, aunque a algunos se les nota más que a otros, jajaja) y cada quien ha hecho su vida. Algunos solteros otros con hijos. Unos más ocupados que los otros, pero cada uno con asuntos más inmediatos o más importantes, o ambas cosas. Algunos con parejas celosas o posesivas, otros solitarios sospechosos. Todos con nuevos amigos y círculos sociales más cercanos: las cervezas de los viernes nos sorprenden con nuevos compañeros.

Hace unos meses convoqué a mis amigos de la preparatoria a juntarnos para jugar basquetbol, bueno, a los que nos gustaba jugar. De seis, sólo acudimos 3. Uno no podía, los otros dos no llegaron, aunque aseguraron que irían. Los tres que asistimos batallamos un buen rato tratando de encestar en un aro que parecía cerrarse a nuestros intentos. La verdad es que fue muy satisfactorio. Después fuimos a tomar algo, a lubricar nuestras gargantas. Pero esto es harina de otro costal.

Ahora soy muy cercano a mis primos. Pero el convivir con ellos es dejar de convivir con otras personas, dejar de hacer otras cosas. Cuando convivía más con mis amigos de la universidad, frecuentaba menos a mis primos, obviamente. Pero además de lo bien que me siento en casa de mi tía Lupe, ellos y yo ahora tenemos hijos, hijos que por fortuna tienen edades similares, y que también conviven. Más Gil y Arón, el hijo de mi primo Chucho.

De hecho, en una tarea escolar Gil tenía que describir a algún familiar. Pensé que hablaría sobre alguno de sus abuelos o su mamá o sobre mí, pero después de pensarlo un buen rato, me dijo que quería hablar sobre su primo Arón. La última frase de la tarea decía: Además de que es mi primo Arón es mi amigo. Me da mucho gusto que sean buenos amigos.

Y bueno, no sé con quién o quiénes conviva los próximos años. O a quienes podré ver o tener la suerte de encontrar. Mientras tanto, aquí seguimos.  cerrarse r en un aro que pareciamos un buen rato tratando de encestar en un aro que parecstaba jugar. De seis, s

lunes, 27 de enero de 2014

Sólo dios perdona


Cada persona tenemos nuestros placeres. Ya he dicho que uno de los míos es ir al cine, ver cine.  Y dentro de lo que uno puede ver en el cine, tengo un placer algo retorcido por el cine violento. La verdad no sé porqué pero me gusta mucho. Disfruto bastante de estas películas.

Esto viene a cuento porque hace poco vi Sólo dios perdona de Nicolas Winding Refn, el mismo amigo que filmó Drive. Había leído que mientras para algunos era una gran película, para otros era una vil porquería. A mí me encantó. Y es que fuera del placer que me produce ver la sangre salir libremente y los sesos explotar, me agradó mucho la historia. Una historia sobre justicia: justicia divina, tal vez.

Y esto es un factor muy importante. Deben contarse buenas historias. Toda la sangre necesita forzosamente el sustento de una gran historia.

Una de mis películas favoritas es Old boy, aquí titulada Cinco días para vengarse, la primera que vi de la trilogía de venganza de Park Chan Wook, que por cierto tiene una banda sonora increíble, que disfruto seguido gracias al bendito Youtube. También he dicho antes que me gusta mucho Tarantino, y la verdad me costaría mucho elegir una cinta suya como mi favorita.

No me apena decir que disfruté también de la saga de Saw, incluso compré las primeras dos.

Pero bueno, cada quien sus perversiones.


jueves, 16 de enero de 2014

Apéndice de la Originalidad


“Cuando todos sean súper, nadie lo será”.
                                                Buddy, a.k.a. Síndrome


No tenía pensado escribir esto, pero aquí está. Sólo es una especie de acotación, motivado por sus comentarios a lo publicado la semana pasada. Así que ahí va:

Me parece una estupidez demasiado grande intentar ser original, querer ser original, desearlo y anhelarlo con todo el ser. Porque como muy bien han apuntado algunos de ustedes, cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Seres humanos con defectos y cualidades, con ciertas capacidades y ciertas limitaciones. Hay una enorme cantidad de factores que intervienen para que seamos quienes somos: Personas originales.

Dice muy bien Jorge Ángel Aussel, “lo que nos vuelve originales es ser quienes somos”, nada más cierto.

Esto es de Morgana de Palacios: “El que es diferente, lo es por sí mismo, sin plantearse siquiera serlo, o bien porque su personalidad no es común o porque su talento va tres cabezas por delante de los demás en aquello que emprende. Por otra parte, todos tenemos algo en lo que somos mejores que los otros y muchas otras cosas en las que somos peores”.

Y Gavrí Akhenazi sentenció lo siguiente:  “El que se propone la originalidad es porque no la trajo de fábrica. El que la trajo de fábrica, ni siquiera sabe que la tiene, solamente la pone en práctica porque está en él. La mejor de todas las originalidades es ser siempre fiel a uno mismo”. Lo comparto porque me parece importante hacerlo.

Creo que el asunto importante entonces, no radica en quien es original, ya que todos lo somos. Sino en quién es Auténtico. Y por auténtico me refiero a quien es como es, sin traicionarse, sin querer parecerse a nadie, sin intentar copiar a nadie. Quien es coherente consigo mismo y no se traiciona. Claro que también podría yo ser un auténtico pendejo, también pasa.

Porque yo copio o me apropio de algo que me gusta, precisamente por eso, porque me gusta. Sin importar si está o no de moda (escuché a una médico diciendo que ya no se ponía ciertos zapatos que le gustaban porque ya no estaban de moda, ¿?), o si ya le gusta a miles antes que a mí, o si a la Sociedad le parece acorde a mi edad y preparación.

Y por otro lado: ¿Qué significa eso de ser aceptados por la sociedad? ¿O para qué sirve?

miércoles, 8 de enero de 2014

Apuntes sobre la tan mentada Originalidad


Una de las cosas que más se valoran en estos tiempos facebookeros, es la originalidad. Una “supuesta originalidad” que te vuelve especial, que te separa del resto de los mortales: tan comunes todos nosotros. Intentar ser único y especial a cualquier precio, a cualquier co$to. La cosa es que, son supuestamente “originales”, copiando a alguien más. Pero además, se molestan cuando ya son muchos los copiones. Esperaban ser los únicos. Los únicos copiones: qué buen oxímoron.

He escuchado demasiadas veces a personas -cercanas y desconocidas-, diciendo que tal canción les gustaba, pero que ya no les gusta, porque ahora “a todos les gusta”. Porque ahora está “súper choteada”. Se sentían tan pero tan especiales cuando eran los únicos, o uno de los poquísimos, que conocían esa canción o a ese grupo; que ya no les gusta porque dejó de ser “underground”. Ahora cualquiera escucha su música. La cosa es muy sencilla: escribe tu canción, y no se la enseñes a nadie, para que nadie más la conozca.

Por ejemplo, he visto invitaciones a blogs que se jactan de ser “el blog diferente a todos los demás”, “en el que encontrarás lo que en ningún otro blog”. El hecho de leer esa infame invitación, es el repelente que me hace alejarme. Difícil hallar algo más snob.

El nombre “Unique” (única) tiene más de 200 variantes en su escritura[1]. Los padres se han preocupado no sólo de buscar un nombre que evoque la originalidad de su hija, sino que además, se escriba de forma única, diferente a todas las demás. Conocí a una chica llamada Alexandra, no Alejandra, le pregunté el porqué de su nombre. Se llama así en honor a Alejandra Guzmán (qué original), sólo que su papá quería que su nombre fuera especial, así que le cambió una letra.

Mi correo electrónico es de Hotmail. Hace poco, a ese respecto, alguien me dijo despectiva: @soy muy común. Pues sí lo soy, le contesté. O qué tener un correo diferente me haría especial


Lo más absurdo del caso es que a quien realmente es diferente a los demás, se le critica, se le margina, se le discrimina. Quien por una convicción o ideología no cabe dentro del mismo molde, se convierte en un paria, un inadaptado.


Le agrego un extraordinario soneto escrito por mi compañero Jorge Ángel Aussel, inspirado por mi reflexión.

La originalidad

La originalidad es ser tú mismo
incluso cuando actúes los guiones
que otros escribieron —actuaciones
en contraposición al histrionismo—,

con la espontaneidad del aforismo,
la transparencia de las emociones,
la sencillez que entrañan los botones,
la amplitud sempiterna del abismo.

Es ser uno en el Todo, todo en uno,
igual a los demás —como ninguno—
y diferente —como somos todos—.

Formamos parte de los mismos lodos,
pero sería absurdo el universo
si, al ser soneto, le restara un verso.




[1] http://www.teledocumentales.com/freakonomics-el-lado-oculto-de-la-economia/